El propósito de esta línea es producir conocimiento e transformaciones sobre convivencia escolar y ciudadanía desde un enfoque de justicia social y con perspectiva dialógica.

Las instituciones de educación en tanto instituciones sociales, en sus múltiples formas y niveles, se encuentran en un proceso de transición paradigmática, puesto que, el histórico paradigma del disciplinamiento está siendo reemplazado por el de la convivencia democrática. Este cambio se produce como consecuencia de las transformaciones sociales ocurridas desde finales del siglo pasado, pero también producto de las políticas públicas impulsadas por el Estado.

Históricamente la escuela fue concebida como un espacio cerrado, aislado del acontecer social, y los niños como adultos en construcción. Su propósito fue homogenizar a la población con el fin de construir la nación y asegurar su desarrollo. En ella, la sociedad se presentaba como un sistema de cooperación y los problemas sociales quedaban fuera de la escuela. Se organizaban bajo rígidas normas y reglamentos definidos por las autoridades y las relaciones eran extremadamente jerarquizadas. Por tanto, en la escuela primaba la autoridad docente y la obediencia de los estudiantes. El saber se presentaba fundamentalmente como un consenso y se debía adquirir memorísticamente. Así, el disciplinamiento operaba tanto mediante el control del saber como del cuerpo y la falta se sancionaba bajo la lógica de la justicia punitiva. Este es, a modo general, el paradigma que aún se encuentra naturalizado en la institución escolar.

Hoy la escuela se define como un espacio social y se reconoce a los estudiantes como sujetos con agencia y con derechos. Entonces, el propósito de la escuela y, por extensión, el de la educación superior, es la formación de ciudadanos que participen activamente en la construcción de una sociedad democrática. Por ello, actualmente se espera que, al interior de las instituciones de educación, se establezcan interacciones igualitarias entre los distintos actores, sean todos reconocidos como sujetos de derecho que cumplen diversos roles, ha acumulado diferentes experiencias, y tienen géneros, identidades y culturas diferentes.

Además, se reconoce que los conflictos sociales y las opresiones estructurales que atraviesan las instituciones educacionales en todos sus niveles: clases sociales, razas, pueblos originarios, sexo/géneros, discapacidades, religiones y edades, son factores de complejización que deben ser abordados. Bajo esta concepción, el diálogo entre los actores sociales es un principio no solo para el desarrollo del pensamiento crítico y reflexivo sino también para la atención de los conflictos. Toda acción debe ser dialógica, participativa, debe reconocer las relaciones de poder y orientarse al bien común de la comunidad. En esa línea, los conflictos deben ser valorados tanto como instancias de aprendizaje, como espacios para establecer nuevos acuerdos.

El paradigma descrito para la escuela se extiende, a través de la internalización del disciplinamiento, a la institución de educación superior. Los estudiantes ingresan a la universidad con los modelos de disciplinamiento internalizados. Por ello, persisten en la educación superior estilos y prácticas de convivencia heredadas y aprendidas en la escuela. Además, la formación de los ciudadanos y ciudadanas no culmina en la escuela, se prolonga durante la permanencia de los y las estudiantes en el sistema universitario.

Consecuencia de las transformaciones expuestas, hoy, en las instituciones educacionales, conviven ideales emancipatorios y transformativos de la sociedad, con prácticas naturalizadas de disciplinamiento. En consecuencia, se hace necesario generar conocimientos, experiencias e instancias dialógicas que favorezcan el desarrollo de la tolerancia, la reflexión, la inclusión y la aceptación de la diversidad. Esto es necesario para la vida interna de todas las instituciones, para las prácticas organizacionales de los estudiantes como para su participación ciudadana.

Temáticas:

  1. Violencias en la escuela: las violencias que produce la escuela, las violencias que la cruzan y las que ella reproduce son resultantes de opresiones estructurales o conflictos interaccionales que no han sido atendidos.
  2. Convivencia escolar: las interacciones que establecen todos los miembros de una comunidad escolar cotidianamente estructuradas por acuerdos sociales que busca sostener una buena práctica escolar.
  3. Temas controversiales: son tópicos, situaciones o problemas sociales para los cuales no existe respuesta o solución única. Sobre ellos no existe consenso en la ciencia, en los medios de comunicación ni entre los miembros de una sociedad. Estos tópicos dividen a la ciudad porque ante ellos existen posiciones irreconciliables, generan emociones e impelen a la toma de posición.
  4. Formación ciudadana: comprende los conocimientos, las competencias, las habilidades, los valores y las actitudes hacia el sistema democráticos y la institucionalidad política que permiten a los sujetos participar en una sociedad democrática.