En el mundo contemporáneo las diferencias son plurales y se presentan como una forma de convivencia y no como la otra cara de la normalidad. En un contexto de exacerbadas desigualdades sociales como lo es el chileno, la inclusión se erige como una posibilidad de re-pensar la convivencia asumiendo que las diferencias y conflictos como inherentes a las sociedades y como motor de cambio y de justicia social.

El reconocimiento de las diversidades es requisito fundamental para la vida en común y es la participación legítima una condición para pensar políticas inclusivas transformadoras. No obstante, en la escuela la inclusión se vive como un ideal y un problema a la vez, al lidiar con las estructuras políticas y las culturas escolares que no siempre van a la par con las necesidades sociales. Esta línea analiza las políticas educacionales relacionadas con la inclusión, a la vez que, colabora en la producción de saberes de grupos/colectivos que se asumen como no incluidas o discriminadas en contextos escolares, orientándonos a la construcción de comunidades escolares diversas y justas para todos y todas las personas que allí conviven.